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Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
Aunque comúnmente se piensa en la gracia como indulgente y pasiva, la Biblia presenta una gracia que reina con autoridad y poder transformador. Lejos de ser indulgencia débil, la gracia de Dios tiene “dientes”: forma carácter, exige reverencia y disciplina, y juzga cuando es desdeñada. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento revelan a un Dios lleno de misericordia, pero también justo, santo y digno de temor. Su paciencia es impresionante, pero Su gracia no debe tomarse a la ligera. Esta gracia reina sobre aquellos que se someten humildemente, que responden con fe viva y con obediencia perseverante. Aunque inmerecida, la gracia no es incondicional; requiere una relación de pacto con Cristo, marcada por humildad, fe y entrega. Quien recibe gracia, entra en una nueva vida bajo el gobierno del Rey Jesús, donde la gracia no solo perdona, sino que transforma y dirige.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
Aunque muchos enseñan que los creyentes deben vivir como reyes ahora, el Nuevo Testamento presenta a los cristianos como siervos y embajadores bajo la autoridad del Rey, no como cogobernantes aún. La verdadera autoridad que los creyentes ejercen proviene únicamente de Cristo y debe usarse en sumisión a Su voluntad. Jesús delegó Su autoridad a Sus apóstoles y discípulos para avanzar el Reino, realizando obras sobrenaturales cuando el Espíritu lo determina. No todos tienen el mismo llamado o función, y el uso de dones milagrosos siempre depende de la dirección del Rey. Vivir y actuar “en el nombre de Jesús” implica representar fielmente Sus intereses en cada aspecto de la vida. Como agentes del Reino, nuestra autoridad solo es efectiva si nosotros mismos estamos plenamente sometidos a Cristo. La misión del Reino avanza no por ambición personal, sino por obediencia humilde al Rey soberano.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
La autoridad de Jesús como Rey no se basa en una fuerza bruta, sino en un derecho legítimo delegado por Dios, que le confiere soberanía absoluta en el cielo y en la tierra. A diferencia del poder físico, la autoridad es un principio ético e intelectual, y requiere reconocimiento voluntario. Jesús ejercía esta autoridad con una seguridad que asombraba a sus oyentes y que confirmaba por medio de señales, milagros y, sobre todo, su resurrección. Esta autoridad real, conferida por Dios, no solo exige obediencia, sino que también define quién pertenece verdaderamente a su Reino: aquellos que se han rendido totalmente a Él. Además, aunque Dios ha delegado autoridad a padres, esposos, líderes civiles, y otros, esa autoridad está limitada a las esferas que Él ha asignado. Cuando cualquier figura de autoridad excede ese límite, sus mandatos no obligan moralmente a los creyentes. Solo Cristo posee autoridad ilimitada, y su Iglesia verdadera está compuesta por aquellos que se han sometido plenamente a su gobierno.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
La victoria de Cristo sobre Satanás ha sido decisiva, pero la guerra continúa ahora en la tierra por medio de Su Iglesia. Aunque el enemigo ha sido vencido en los cielos y despojado de su autoridad acusadora, aún combate en la tierra, tratando de retener el territorio que ha perdido. Los creyentes, armados con la sangre del Cordero, el testimonio del Reino y una conciencia limpia, están llamados a hacer valer esta victoria sobre el enemigo, no por violencia, sino por la persuasión del evangelio, la oración ferviente y el testimonio visible de una vida transformada. Como David contra Goliat, Cristo ha dado el golpe final, pero corresponde a su pueblo hacer retroceder al enemigo y reclamar lo que legítimamente pertenece al Reino. Esta guerra espiritual no se libra con espadas, sino con la Palabra de Dios y la oración, buscando cautivar pensamientos y corazones para Cristo. La expansión del Reino requiere de discípulos valientes, que no teman al diablo ni a la oposición, sino que con fidelidad anuncien que “hay otro Rey: Jesús”, llevando la luz del Reino a cada rincón donde aún reina la ignorancia y el engaño.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
El Reino de Dios ha sido establecido en territorio enemigo, en medio de un mundo dominado por el poder de las tinieblas. Aunque la victoria de Cristo sobre Satanás ya ha sido lograda por medio de su muerte, resurrección y ascensión, la guerra espiritual continúa mientras sus seguidores extienden Su Reino por toda la tierra. Apocalipsis 12 revela esta batalla cósmica como un conflicto entre el Reino de Cristo y las fuerzas del diablo, que desde la expulsión de Satanás del cielo, ha buscado destruir al pueblo de Dios con engaño y persecución. Sin embargo, la victoria del Reino está asegurada: los creyentes triunfan por la sangre del Cordero, su testimonio fiel y su disposición a sufrir por Cristo. La historia de la redención revela que, aunque la humanidad perdió su dominio por causa del pecado, Dios ha recuperado su propósito original a través de Jesús, el Hijo del Hombre, quien ahora reina desde el cielo. Hasta que toda resistencia sea vencida, la Iglesia participa activamente en esta guerra, enfrentando las mentiras del enemigo y soportando la hostilidad del mundo, sabiendo que la conquista final pertenece al Rey ya entronizado.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
Tras su resurrección, Jesús fue entronizado a la diestra del Padre, cumpliendo las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías reinando en el trono de David. Contrario a la idea moderna del “Reino Pospuesto,” los apóstoles proclamaron que Cristo ya reina desde el cielo, ejerciendo autoridad sobre su Reino presente. Su reinado no espera un futuro terrenal literal, sino que ya comenzó con su exaltación y la proclamación del evangelio al mundo. Al igual que David en el exilio, Cristo reina mientras reúne un pueblo leal que le sigue por fe, aunque el mundo aún no lo reconozca. El libro de Apocalipsis confirma que Jesús está actualmente en el trono, gobernando sobre las naciones, y dirigiendo los acontecimientos desde el cielo hasta que todos sus enemigos sean sometidos. Mientras tanto, su Reino avanza a través de sus seguidores en la tierra, quienes actúan como sus representantes y enfrentan oposición, hasta que Él regrese y complete su victoria final.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
La esperada llegada del Mesías fue finalmente revelada con el nacimiento de Jesús, quien desde su infancia fue reconocido por sabios, profetas y demonios como el Rey prometido. Sin embargo, Su reinado no sería como el que los judíos anticipaban; en vez de un líder militar que expulsara a Roma, Jesús vino con poder espiritual, manifestado en Su bautismo y la obra del Espíritu Santo. Juan el Bautista lo identificó como el Cordero de Dios, cuya misión sería quitar el pecado del mundo. Jesús estableció que Su Reino no era de este mundo, sino uno que se manifestaría en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Aunque las multitudes quisieron hacerlo rey por la fuerza, Él rechazó esa coronación terrenal, sabiendo que la verdadera conquista vendría a través de Su muerte y resurrección. Al entregar Su vida voluntariamente, derrotó al diablo, desarmó la potestad de las tinieblas y reclamó toda autoridad en el cielo y en la tierra. Así, el Rey aterrizó, y con Él, el Reino de Dios irrumpió victoriosamente en la historia humana.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
La historia de Israel revela la pérdida del Reino visible tras su división y eventual destrucción a manos de Asiria y Babilonia. Sin embargo, la esperanza mesiánica persistió en un remanente fiel que esperaba la venida de un Rey justo que restauraría el Reino de Dios. Las profecías del Antiguo Testamento, particularmente las de Daniel, anticipaban que este Reino surgiría durante el cuarto gran imperio mundial—el imperio romano. Daniel, al interpretar el sueño de Nabucodonosor, anunció que una piedra cortada sin mano derribaría todos los reinos anteriores y crecería hasta llenar la tierra, una clara figura del Reino del Mesías. Aunque en los siglos recientes ha surgido una interpretación popular—el dispensacionalismo—que sostiene que el Reino fue pospuesto debido al rechazo judío, esta teoría contradice el testimonio continuo de las Escrituras que muestran a Cristo reinando desde Su ascensión. El Reino no fue pospuesto, sino que comenzó en la era del imperio romano, exactamente como lo predijo Daniel. Jesús cumplió la profecía al establecer Su Reino en esa época, un Reino que continúa extendiéndose globalmente y que jamás será destruido.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
Dios prometió establecer un Reino eterno en la tierra que sustituiría a todos los reinos humanos y que nunca sería destruido. Este Reino comenzó a tomar forma cuando Yahweh eligió a Abraham para engendrar una nación distinta entre las naciones rebeldes, una nación que sería Su instrumento para bendecir a todas las familias de la tierra. Israel recibió el ofrecimiento exclusivo de convertirse en un “reino de sacerdotes y gente santa” mediante un pacto en el Sinaí, pero su pertenencia al Reino de Dios no dependía de etnicidad, sino de fidelidad al pacto. La historia de Israel bajo la directa gobernanza de Yahweh, sin un rey humano, fue notable por su libertad y dependencia en la conciencia individual guiada por la Ley divina. Sin embargo, el pueblo finalmente rechazó este arreglo único al pedir un rey humano, lo cual Dios permitió, aunque lo consideró una traición. Saúl, el primer rey, fue sustituido por David, un hombre conforme al corazón de Dios, a quien se le prometió una dinastía perpetua culminando en el Mesías. Desde entonces, el Reino de Dios estuvo representado en la casa de David, en espera del Hijo prometido cuyo reinado abarcaría toda la tierra, cumpliendo así la visión de un único Imperio Mundial gobernado por el Rey legítimo: el Cristo.

Tuesday May 20, 2025
Tuesday May 20, 2025
El capítulo dos de este libro profundiza en la necesidad de aclarar el verdadero significado del Reino de Dios, desmontando la idea común de que se refiere simplemente al cielo o a la vida después de la muerte. El autor explica que el Reino no es un destino post mórtem, sino una realidad presente en la tierra, con raíces en las profecías del Antiguo Testamento y en la predicación de Jesús. Se muestra que Jesús usó parábolas para revelar, de forma selectiva, los misterios del Reino a Sus discípulos, y que muchas de esas enseñanzas contradicen nociones modernas y antiguas, como la identificación del Reino con el cielo futuro, una era milenial, o una experiencia espiritual puramente interna. El capítulo también aclara que las expresiones “Reino de Dios” y “Reino de los Cielos” son sinónimas, usadas de forma intercambiable, especialmente por Mateo para adaptarse a la sensibilidad judía. Finalmente, se argumenta que el Reino no debe separarse artificialmente de la Iglesia verdadera, compuesta por aquellos que se someten al señorío de Cristo. En resumen, el Reino de Dios es una comunidad terrenal y espiritual de discípulos leales, gobernada por Dios a través de Jesús, con la misión de expandir Su reinado en la historia y en la tierra, no simplemente esperar un escape al cielo.