
Tuesday May 20, 2025
Salvo, pero sin un Señor?
La salvación bíblica no puede separarse del señorío de Cristo. Aunque muchos buscan los beneficios del evangelio sin asumir las demandas de Jesús como Rey, las Escrituras insisten en que ser salvo es ser comprado por precio y, por tanto, ser propiedad del Salvador. Pablo y Pedro coinciden en que Cristo nos redimió para Sí mismo, para formar un pueblo obediente y santo. En el Nuevo Testamento, no existe tal cosa como aceptar a Jesús como Salvador sin reconocerlo como Señor. Su reinado y salvación están unidos inseparablemente. Confesar a Jesús como Señor es el requisito explícito para recibir Su salvación, y no hay pasaje que exija simplemente creer que Él es "Salvador." Más bien, Jesús salva a quienes reconocen y se rinden a Su autoridad. Ser salvo es ser trasladado al Reino de Cristo, no meramente librado del infierno. En este Reino, la sumisión voluntaria a Cristo como Rey es el camino a la vida eterna. El evangelio no promete autonomía, sino libertad verdadera bajo el gobierno justo y misericordioso del Rey de reyes. Servir a Cristo no es una carga, sino el más alto honor. Solo los humildes lo reciben, y solo ellos pueden decir con gozo: "Aquí estoy, Señor."
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